Esta es la cruda realidad, pese a que la clase política siga sin querer tener datos de lo que ocurre a pie de camión, nunca mejor dicho, y es que a la luz de los datos de la primera encuesta de IRU (Organización Internacional del Transporte por Carretera) sobre el estado actual de descarbonización y los planes de inversión de las flotas, determina que según los encuestados, están preocupados por la descarbonización, pero el 90% de ellos seguirá comprando camiones diésel.

La mayoría de las empresas dices estar comprometidas con la descarbonización del transporte, que han adoptado medidas, que tienen ese compromiso, pero, al final, se tienen que guiar por el correcto balance del negocio cuando hablamos de dinero, y es que los precios de los vehículos, el precio de la energía, la falta de disponibilidad de cargadores además de los costes adicionales son un verdadero freno.

Al final, las empresas están para hacer negocios, y las de transporte también, pese a que de forma histórica, sea un sector con una marginalidad reducida, por lo que cambiar a algo que puede suponer “enterrar” a la empresa como los planes de descarbonización, hace que todo quede sobre el papel, en una mera intención.

Ahora, no solo es cuestión de las empresas de transporte, muchos de ellos han sondeado a sus clientes, y estos, los cargadores no quieren ni oír hablar sobre una potencial subida de tarifas para lograr un transporte más sostenible. La realidad es que los cargadores apoyan a las empresas de transporte para que se descarbonicen, incluso algunas ya están “empujando” a sus proveedores para cambiar de flota, pero eso sí, sin pagar un solo céntimo mas por servicio. Para el cargador, todo este tema es algo que no sienten que tenga que ir con ellos, pese a que son los demandantes de los servicios de transporte.

¿Alternativas?

Las empresas encuestadas también ponen encima de la mesa una reivindicación que cada vez toma más fuerza, que es la oposición a la cerrazón de la Comisión Europea en centrar únicamente en la electricidad como única alternativa, dejando de lado otras vías, principalmente los combustibles renovables, que son aquellos que se producen a partir de CO2 capturado o de recursos naturales.

El sector del transporte lo tiene claro, si los costes no se igualan, las infraestructuras no se despliegan y no se abre las opciones a los vehículos que puedan utilizar combustibles renovables, la electrificación del transporte supondrá la muerte de un porcentaje importante de las empresas del sector, agravando un problema que ya lo tenemos en la puerta. El 85% del sector esta compuesto por pymes, además de pequeño tamaño, por lo que la desaparición potencial de una